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¿Para qué nos sirve distinguir?

No es broma si les cuento que yo solo puedo distinguir 4 tipos de vehículos: Autos, Motos, Camionetas y Camiones. Si me preguntan que auto tiene un amigo, por más cercano que sea, a veces ni siquiera recuerdo el color. Haciendo un esfuerzo bastante grande podría distinguir que hay autos con baúl más grande (con cola) y autos con baúl más chico (sin cola). Hay camionetas tipo familiares y luego hay camionetas con caja (estas pueden ser doble cabina o simple cabina). Los camiones… para mí son camiones y nada más. Y las motos….. pff tienen 2 ruedas por eso son motos y están siendo para mi tooooodas iguales.

Cualquiera que lea esta entrada al blog podría juzgar que tengo muy poca capacidad para distinguir tipos de vehículos y yo definitivamente estaría de acuerdo. Y puedo fundamentar ese juicio en que he intentado en varias ocasiones subir a autos ajenos, suponiendo que era el mío, solo porque eran del mismo color, a pesar de que ni siquiera eran de la misma marca. Afortunadamente, hoy sé que puedo recurrir a hacer sonar el cierre centralizado con la llave o mirar la patente antes de intentar subirme, para no ser acusada de delincuencia vehicular.

Pero no se sientan tan superiores ahora que les he contado mis miserias… ¿sabían que los esquimales pueden distinguir alrededor de 30 tipos de blancos? Les sirve para poder ver a los osos, los bancos de peces y asegurarse el grosor del hielo, entre otras cosas. ¿Cuántos tipos de blanco podrían distinguir ustedes?

Distinguir para lograr resultados

Desde el coaching ontológico damos especial valor a la capacidad de “distinguir”. Sostenemos que el lenguaje nos permite, entre otras cosas, nombrar y dar significado a las cosas, distinguiendo de ese modo aquello que nombramos. Y es que solo seremos capaces de observar lo que somos capaces de distinguir como diferente, y de esa manera adquirimos un aprendizaje que nos permite mirar más allá, ampliar nuestra mirada, ampliar nuestra capacidad de acción, y finalmente alcanzar los resultados que buscamos.

3 Distinciones que me gustaría revisar con vos

Una de las distinciones más básicas al introducirte en el mundo del coaching es poder separar Hechos de Juicios que, aunque parezca trivial, doy testimonio, puede cambiarte la vida. Son hechos aquellas observaciones que hacemos de la realidad y de las cuales podemos verificar su veracidad, dar evidencias. Los Hechos no se pueden cambiar. Es un hecho, que esta entrada de blog tiene 1131 palabras y es propiedad de Leadership. Los juicios en cambio, son las valoraciones que hacemos de una situación, son percepciones personales, son discrepables, podemos no estar de acuerdo, opinar diferente y podemos cambiarlos cuando ya no nos sirvan o porque cambiamos la perspectiva de observación. Siguiendo con el ejemplo… mi mamá podría juzgar que este articulo está muy bueno y vos que lo estás leyendo discrepar y juzgar que es un bodrio. Por eso está bueno tener muchos familiares que te hagan de club de fans y aumenten tu autoestima. Ahora bien… ¿Para qué distinguimos Hechos de Juicios? Lo hacemos para que sepamos observar una situación separando lo que realmente pasó y no se puede cambiar (los hechos) de lo que juzgo sobre ella (juicios). Ya que estos últimos, en caso de no abrir posibilidades podemos reinterpretarlos. Al hacer una valoración de una situación y colapsarla (no distinguirla) con los hechos, corremos el riesgo de tratar a nuestros juicios con todas las características que tiene el hecho. Por ejemplo, si tengo ganas de estudiar una carrera universitaria que incluye las matemáticas, pero juzgo que soy muy mala para los números y no tengo la distinción “hecho vs Juicio” corro el riesgo de creer que ese juicio no se puede cambiar, que no puedo aprender, que siempre seré así, cerrando la posibilidad de estudiar y dedicarme a algo que me gusta.

Otra distinción que es muy poderosa (a mi juicio) es poder diferenciar las obligaciones de los compromisos. Hace poco conversábamos con una aprendiz que declaraba que tenía que mejorar en un área en particular, y la pregunta que le hicimos fue si lo sentía como una obligación… ella respondió que en realidad no era así, porque ella en realidad quería hacerlo. Ahí reside, según yo creo, la gran diferencia en esta distinción. Tener que hacer algo se vive como una obligación, y las obligaciones son cargas pesadas. Distinguir en cambio que, en vez de tener la obligación, lo que se siente es el compromiso de querer lograr algo, permite un punto de partida muy diferente. Querer algo, es voluntario, y el compromiso habla de haber tomado una decisión libremente. Y nuevamente podemos preguntarnos ¿Para qué es importante distinguirlo? Bueno, la diferencia es que cuando nos comprometemos pasamos a la acción de manera directa, porque nuestra voluntad esta puesta en eso.

Finalmente me gustaría contarles una distinción que ha impactado fuerte en mi manera de hablar con mis hijos, sobre todo. Y es la capacidad para distinguir el Ser del Hacer. Una cosa es lo que hacemos y otra cosa es lo que somos, sin embargo, es más común de lo que pensamos confundirlos. No es lo mismo no hacer algo en un momento dado, que no tener la capacidad de hacerlo nunca. Cuando alguien no hace algo, puede tener aun la posibilidad de hacerlo en otro momento o contexto, mientras que cuando alguien no es algo, parece ya no tener posibilidad de elegir. Y esta distinción fue la que me ha prendido luz roja en mi mente cuando me encontraba diciendo a uno de mis hijos que “no sea malo” cuando juzgaba que estaba “haciendo algo malo”. De la misma manera que cuando colapsamos hechos con juicos, colapsar una acción puntual con la definición del Ser, que tiene una connotación más estable, como inamovible, considero podría llevarnos a “etiquetar” a las personas, limitando las posibilidades de acción. Sin embargo, no es ajeno a esta distinción que muchas veces el Hacer genera Ser. Es decir, que las acciones repetidas y mantenidas logran definir en parte la manera de estar siendo de una persona. Sin embargo, para esos casos siempre podemos decir que alguien o yo “está siendo” de una manera en vez de “ser” de esa manera, esto permitirá distinguir el carácter temporal del Juicio que emitimos, y la posibilidad de cambio en el futuro.

En conclusión, nos invito (me incluyo) a elegir las palabras, distinguiendo las puertas que abren o cierran con ellas. Optando por aquellas que presentan más posibilidades. No es lo mismo hacer, que ser o estar siendo. No es lo mismo tener que querer. No es lo mismo describir que valorar.

¿Tenías claras estas distinciones antes de leerme? ¿Podes buscar ejemplos donde no distinguir entre una u otra haya tenido consecuencias indeseables en tu vida? ¿Qué aprendizaje podés capitalizar a partir de ahora?

Coach Verónica Osimani | Equipo Leadership, 06.10.2019

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